Tanto la deuda de Argentina con el Fondo Monetario Internacional como sus intereses crecen a un ritmo muy exigente desde 2019. Sin embargo, tanto el oficialismo como la oposición plantean que se cumpla el acuerdo, sin reparar en el impacto que esto tiene en la economía nacional.

Mientras se discute sobre la volatilidad de la deuda en pesos, ajustable a la inflación o al dólar, y del endeudamiento en general, la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) crece y los pagos de intereses también, sin que oficialistas y opositores levanten la voz ante el impacto que tienen en la economía y en el presupuesto público.

Por el contrario, todos plantean que se cumpla sin desvíos con el acuerdo vigente y con las condicionalidades que plantea este acreedor privilegiado.

La deuda con el FMI subió de U$S 28.315 millones en enero de 2019 a U$S 44.129 millones a fin de ese año. Por la crisis de ese año, se interrumpieron los nuevos desembolsos que estaban previstos.

Al año siguiente (2020) alcanzó los U$S 45.965 millones. Por las cancelaciones parciales, se redujo a U$S 40.952 millones a diciembre 2021 para volver a trepar a U$S 45.707 millones en diciembre 2022, con los nuevos desembolsos pactados en el último acuerdo con el FMI para facilitar el pago de los vencimientos y de los propios intereses.

Con el giro del 1° de febrero, Argentina le pagó intereses al FMI por US$ 6.490 millones. De ese total, US$ 1.381 millones fueron pagados durante el gobierno de Mauricio Macri y US$ 5.109 millones en el gobierno de Alberto Fernández.

Los pagos de intereses fueron crecientes. En 2019 se pagaron U$S 1.228 millones, en 2020 poco más de U$S 1.300 millones, en 2021 casi U$S 1.350 millones y en 2022 fueron U$S 1.746 millones. Y las proyecciones marcan que este año, en total, la cuenta de intereses con el FMI podría rondar los US$ 3.000 millones, un 70% más que un año atrás.

Ese incremento de la cuenta de intereses se explica porque el capital de la deuda no fue reduciéndose sino aumentando por los nuevos desembolsos, que fueron superiores a los propios vencimientos.

El otro factor clave fue el aumento de la tasa de interés y los recargos que se aplican sobre el monto adeudado que cuadruplican la tasa total que debe pagar el país por esa deuda.

Según el FMI, el costo de endeudamiento está vinculado a la tasa de interés de mercado del FMI, conocida como la tasa de cargos básica, que está vinculada a la tasa de interés de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI. Actualmente, la tasa de cargos básica equivale a la tasa del DEG más 100 puntos básicos, o 1 punto porcentual.

Los préstamos de gran cuantía están sujetos a una sobretasa de 200 puntos básicos, que se paga por un monto de crédito pendiente superior a 187,5% de la cuota. Si el crédito permanece por encima del 187,5% de la cuota al cabo de 51 meses, la sobretasa se eleva a 300 puntos básicos. Estas sobretasas tienen por objeto desalentar un uso importante y prolongado de los recursos del FMI.

Esas sobretasas son las que el país está pagando y se debe a que el crédito recibido por Argentina excede el 1.000% de la cuota que el país tiene en el organismo financiero y la deuda no se redujo sino continuó creciendo.

Haber otorgado un préstamo superior al 1.000% de la cuota muestra la irresponsabilidad de propio FMI. Ya en 2018 Argentina estaba en una situación de escasez de reservas e insolvencia financiera, con “los mercados cerrados”, recesión y aumento de la inflación.

El préstamo fue una “jugada política” impulsada por el entonces presidente Donald Trump y Mauricio Macri que el actual Gobierno legalizó al continuar con los pagos, primero, y luego, al renegociar ese mismo crédito en condiciones aún más exigentes y onerosas.